Los Robledo



Marilú había soñado con conocer el lugar donde sus padres se habían conocido, por una u otra razón jamás pudo visitarlo en su compañía, sus padres eran muy reservados sobre sus días de infancia y juventud, así que eso despertaba en ella una gran curiosidad, suponía que al saber el pasado de sus padres, podría entender el origen de sus costumbres. Ahora, con sus padres recién fallecidos en un accidente y con tiempo de sobra debido a las vacaciones de su trabajo, pensó que lo mejor que podía hacer era ir a pasar unos días a ese pueblo localizado en una zona rural y prácticamente inaccesible en la sierra.

Invitó a su amiga Alicia, le dijo que sería genial que las dos se fueran la semana completa, además de que en compañía de ella no se sentiría tan sola. Alicia sabía que Marilú era un mujer fuerte y que si le estaba pidiendo compañía era porque la muerte de sus padres aún le representaba un pesar duro de llevar, así que le dijo que si, y le preguntó el nombre del lugar, cuando escuchó que el poblado se llamaba Los Robledo, no lo podía creer, ya que la muchacha que trabajaba en su casa cuando ella era pequeña le contaba muchas historias de ese lugar, sin decirle a Marilú que era más su curiosidad que sus ganas de acompañarla se comprometió formalmente a pasar una semana completa en el lugar.

Pasaron dos días e iniciaban las vacaciones de Marilú, ese domingo por la mañana llego a la casa de Alicia pensando que seguramente estaría dormida, pues apenas eran las 6:30 de la mañana, pero para su sorpresa Alicia ya tenía lista una maleta y se había arreglado como si hubiese recibido una invitación a una fiesta, eso llamó poderosamente la atención de su amiga, quien la cuestionó al respecto, teniendo como respuesta un tan solo: “no siempre se visita un lugar de estos, ¿no?”

Marilú y Alicia tomaron la carretera con la idea de llegar a su destino cerca de las 3 de la tarde, ya que tenían pensando almorzar en la carretera y posteriormente tomar fotos durante el viaje, Alicia era una aficionada de la fotografía, sus redes sociales se encontraban llenas de las fotos de los lugares que visitaba.

Llegaron a un restaurante llamado El Negro, se encontraba a pocos kilómetros del destino final y Alicia dijo, que era hora de comer, que no le había permitido tomar fotos en la carretera y además la llevaba pasando hambres por el camino, a lo que le contestó Marilú que era para aprovechar al máximo el tiempo, y que no se quejará ya que también le hacía mucha ilusión el llegar cuanto antes a los robledo.

Bajaron del auto, bromeaban sobre el viaje cuando de pronto el ladrido intenso de una manada de perros las hizo retroceder, una jauría de canes salió de la parte trasera de la fachada del lugar, los animales se veían furiosos y molestos, se lanzaron encima de las chicas quienes corrieron atemorizadas y regresaron al auto, le ladraban al vehículo, ambas se abrazaron con miedo, miraban hacia afuera como  los animales las atacaban, de un momento a otro vieron que el perro más grande y pesado subió al cofre del auto y enfurecido comenzó a morder el parabrisas; Alicia le dijo histérica a Marilú que arrancara el auto y se fueran; pero se dio cuenta que Marilú estaba en shock y no reaccionaba, así que no dudó en darle una cachetada para hacerla reaccionar, tras la bofetada, Alicia le volvió a decir a Marilú que encendiera el auto y se fueran, lo cual hizo y avanzaron haciendo que el perro callera del vehículo una vez que estuvo en movimiento.

Se alejaron del lugar a toda velocidad y Marilú le dijo a Alicia que tal vez lo mejor sería regresar a casa, sin embargo Alicia la hizo desistir diciéndole que estaba loca, que ya había casi llegado al pueblo y que unos perros hambrientos no las harían cambiar sus planes.

Llegaron a un punto dónde la carretera marcaba una desviación a un camino de terracería, tomaron ese camino y en 30 minutos llegaron al poblado, vieron la primer casa y alcanzaron a observar como las cortinas de pronto se cerraban, como si alguien los viera y no quisiera ser descubierto; aunque ambas lo notaron, Alicia fue quien decidió comentarlo y le dijo a su amiga – para que estas personas son muy tímidas, o tal vez nunca habían visto a alguien llegar en carro – por lo que Marilú le recordó que era un pueblo muy costumbrista y que ahí no había agua, luz ni mucho menos internet.

Alicia pensó que no necesitaba líneas telefónicas ya que su teléfono tenia cobertura total así que de cualquier manera seguiría conectada al mundo, preguntó a su amiga en cuál hotel se quedarían, pero la respuesta que escuchó le hizo emocionarse.

No podía creer que se quedarían en la casa donde había crecido el papá de Marilú; por fin llegaron y Marilú vio la fachada de la casa, se veía castigada por el tiempo pero lucía como si fuera habitada Alicia dijo que la casa se veía en buenas condiciones que no perdieran tiempo y entraran, por lo que respondió que era una suerte que la casa siguiera teniendo la misma puerta y por lo tanto la misma llave. Al entrar se toparon con otra sorpresa, la casa estaba completamente en orden, no había polvo ni tierra en los muebles, parecía estar habitada, lo cual llamó la atención de Marilú, pero no comentó nada, ambas se recostaron en la cama para descansar, el viaje había sido demasiado cansado, el susto de los perros había agregado una dosis de presión al día y ambas necesitaban dormir.

Tras despertar Marilú vio el reloj, eran las 11 de la noche, despertó a Alicia y le dijo que era hora de cenar, que ya era tarde, que había dormido cerca de 7 horas, empezó a sacar sus cosas de la maleta y le dijo que se daría un baño mientras ella también se instalaba. Al salir del baño vio a Alicia sentada a mitad de la sala, tenía prendidas veladoras y además sobre el suelo estaba una güija, por lo que le preguntó que qué era lo que estaba haciendo.

Alicia le explicó que la güija era de Porfiria, la muchacha que la cuidó en su infancia y que había muerto arrollada en las afueras de su casa; le dijo que siempre escuchó historias sorprendentes por parte de su nana en torno a la tabla. Marilú no se mostró muy animada a esas cosas, ya que aunque intentaba no tener miedo, ese tipo de cosas le aterraban.

Alicia insistió tanto en jugar que Marilú no tuvo forma de negarse y menos cuando le dijo que con la güija podría contactar a sus padres, Alicia le explicó las reglas básicas del juego y empezaron.

Una vez instaladas como el juego lo pide, Alicia intentó hacer contacto con alguien, el ambiente era demasiado tenso, preguntó – ¿Hay alguien con nosotras? ¿Si hay alguien aparte de nosotras dos, manifiéstese? ¿Quién sea, si hay alguien aquí quiero saber qué pasó con toda la gente de este lugar? Quiero saber toda la verdad – Marilú sorprendida se retiró del juego; por lo que le dijo Alicia, que no debía hacer eso, que ya le había explicado que no se debía romper así el ritual de comunicación con los muertos. Marilú le respondió que por qué había llevado la güija y por qué estaba haciendo esas preguntas, qué si había algo que debía contarle, ese era el mejor momento.

En ese instante tocaron la puerta de la casa, ambas se quedaron en silencio Marilú dijo en voz muy baja que no hiciera ruido, que no abriría la puerta, ya que no conocían a nadie y eran dos mujeres solas en un pueblo de desconocidos, de nueva cuenta tocaron la puerta, continuaron sin responder, de pronto escucharon que tocaban la puerta pero ahora en el interior de la casa, era la puerta del baño, como si alguien estuviera dentro y quisiera salir, se voltearon a ver y Alicia dijo que se tranquilizará que seguramente era una de la señales que les estaban dando los espíritus que habían invocado.

Marilú le dijo que con esas cosas no se jugaba, de la nada comenzaron a sonar los teléfonos de las dos, las luces se encendían y se apagaban, de nueva cuenta tocaron la puerta de la calle y la del baño. Alicia sonrió y dijo que ya habían escuchado su llamado que era el momento de ir al siguiente paso, a las afueras de la casa comenzaron a escuchar ladridos y aullidos de perros, la puerta del baño se empezó  a abrir, voltearon a ver, del lugar comenzó a emanar un olor nauseabundo, como si hubiese algo podrido.

Alicia se puso a mitad del cuarto, tomo el teléfono y empezó a grabar hacía todos lados girando en su propio eje para lograr un video de 360 grados; le dijo a Marilú -  siéntate, no tengas miedo, estos son solo los espíritus del pueblo, son personas que no han podido ir al otro lado de la luz – justo al terminar de decir esto soltó el teléfono y exclamo que el aparato estaba ardiendo.

Marilú desconcertada por la actitud que desconocía de su amiga le digo que regresarían a la ciudad en ese mismo momento, de pronto los muebles comenzara levitar, Alicia miró a su alrededor con un semblante distinto, el rostro de triunfo y burla que tenía antes le cambio por miedo y preocupación; los ladridos de los perros cesaron y los muebles cayeron al piso, la güija entonces se elevó y salió por la ventana como si alguien la hubiera lanzado y con ello roto el vidrio.

Con voz entrecortada Marilú dijo - Que hiciste Alicia, no debimos jugar a eso, no es normal que esto esté sucediendo, en que pensábamos – comenzaron a juntar sus cosas en las mochilas que llevaban, abrieron la puerta de la casa y se encontraron con que la vivienda estaba rodeada de perros, todos los perros tenían un aspecto agresivo, no solo estaban alrededor de la casa, sino también del auto, los perros se lanzaron sobre ellas de nueva cuenta como en el restaurant, las dos retrocedieron y entraron a la casa.

Alicia se asomó por la ventana y miró a Marilú y se dejó caer sobre el sofá antiguo y dijo que eran verdad todas las historias que Porfiria le había contado; Marilú le preguntó que a qué se refería mientras en su teléfono intentaba buscar señal para llamar y pedir ayuda.
“Porfiria me contó que este pueblo estaba maldito y que todos los que nacían aquí, por las noches se convertían en perros salvajes, sus almas habían sido castigadas por los pecados de sus antepasados, ellos renegaron de la voluntad de Dios y buscaron ayuda de los demonios, ellos te observan y siempre están ahí para ti, me dijo que una noche cuando los pobladores se reunieron para ver de qué manera enfrentar los problemas y carencias que tenían, un enorme perro salvaje bajo de la sierra, se paró en dos patas y les prometió vivir mejor, una vida eterna de placer y lujos lejos de las carencias que tenían, les dijo que tendrían una vida tan cómoda y placentera como la de él. Todos aceptaron y sellaron el pacto con el diablo quemando todos los objetos religiosos que tenían y matando al sacerdote de la iglesia”

Con un rostro serio dijo - Esas son puras mentiras, mis papás nacieron aquí y yo soy descendiente de esta gente y no me pasa eso, son mentiras – por lo que Alicia le dijo que si no le creía se asomara a la ventana.

Al mirar por la ventana vio que en efecto no había perros, que era una multitud de personas viendo hacia la casa, por lo que le dijo, esas personas debieron venir al escuchar los ladridos de los perros, es un hecho que vinieron para ayudar, salió de nuevo y al estar fuera de casa como si se tratara de una broma macabra vio de nuevo a la jauría de perros, atrás de ella salió Alicia quien le dijo que entrará de nuevo o la atacarían.

Marilú y Alicia notaron que los perros comenzaron a abrir paso a un animal de mayor tamaño, ambas lo miraron con asombro, el animal se levantó en dos patas y hablando como persona les dijo:

“Jugar con lo desconocido es muy peligroso, tu querías saber si eran ciertas las historias que te contaron… todos los nacidos aquí y su descendencia están condenados a pasar el día escondidos de Dios en sus casas, adoptando la misma forma que vieron y que los llevó a condenarse, solo pueden salir por las noches, cuando yo también paseo por estas tierras, tus padres no eran hijos de personas nacidas aquí, ellos llegaron con un grupo de gitanos que fueron devorados por la jauría hambrienta… muy pocos sobrevivieron, Porfiria por medio de la güija pudo saber lo que iba a ocurrir y escapó, salvando solo a dos jóvenes… tus padres, pero el fin de llego para todos”

Los perros de pronto comenzaron a ladrar y aullar con mucha fuerza, los animales se lanzaron sobre ellas devorándolas con rabia salvaje, el demonio que estaba materializado en forma de perro y de pie sobre dos patas, se alejó caminando perdiéndose en la oscuridad del lugar, carcajeando y aullando fuertemente.

Imagen Cortesía: Vicenta Martínez (D.R.)

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