La Laguna Fría



Mauricio había decidido irse de excursión el fin de semana, se encontraba preocupado porque la relación con su novia iba en picada, aunque el sentía cariño por ella, ya se había dado cuenta que no la amaba, así que pensó que un fin de semana solo en el campo le haría tener claridad sobre la decisión que tomaría con respecto a su novia. Había acampado un par de veces antes con su amigo Juan y sabía que solamente estando a mitad de la naturaleza podría reflexionar sobre como tomar la mejor decisión.

Ese viernes Mauricio tomó el auto nuevo que recién había recibido como regalo de cumpleaños y envió un par de mensajes a sus padres diciendo que estaría el fin de semana acampando, que no tuvieran pendiente y que el domingo volvería antes de las 6 de la tarde.

Abrió la aplicación de mapas en su teléfono, dudó en qué dirección ir, pero se dio cuenta que era justo a su falta de decisión que se sentía envuelto en problemas, marcó un destino que desconocía pero que le llamaba la atención, Laguna Fría era el nombre del lugar, seleccionó la ruta y se dirigió allá.

Al acercarse al destino, vio sobre la carretera un puesto donde unas personas vendían alimentos, ya estaban levantando sus mercancías así que se orilló y preguntó el precio de algunas cosas. Las personas que atendían el puesto eran gente mayor, pero estaban acompañados por una adolescente, ella fue quien atendió a Mauricio, los ancianos parecían ni siquiera advertir sobre su presencia, ya que seguían levantando sus cosas. La jovencita fue quien cuestionó  a Mauricio hacia dónde se dirigía, por lo que él respondió –Voy todo derecho, acamparé hoy y mañana en la Laguna Fría- Los ancianos inmediatamente lo miraron con atención y algo cuchichearon entre ellos.

La adolescente miró a los ancianos, posteriormente a Mauricio y le dijo  – Dicen que espantan, que ahí hay duendes Ellos te Observan y si les destruyes los juegos que hacen con piedras, te matan, y se llevan con ellos tu alma y tu espíritu nunca encuentra la paz, hasta que… - Antes de terminar la frase el anciano dijo con un tono enérgico lo siguiente:
“No vayas a ese lugar, vete…”

Mauricio se desconcertó por la actitud del hombre, le dio un billete a la chica para pagar las compras que había hecho, pero ella le dijo que lo pusiera sobre la mesa y le señaló unas bolsas con pan y le dijo enseguida - Para que los duendes no lo molesten por la noche déjeles una pieza de pan cerca de tu cabecera, les encanta el pan de elote – Mauricio, pensó que la ignorancia de las personas era tan transparente que hasta le generaba ternura esa inocencia, le agradeció el consejo, subió a su auto y se fue.

Al llegar al punto que le marcaba el teléfono, se dio cuenta que más que laguna era una ciénaga, le llamó la atención la cantidad de piedra de río que había alrededor, prendió una fogata y saco las cosas que llevaba para pasar la noche, no llevó tienda de campaña pues quería pasar la noche bajo el cielo viendo las estrellas, meditando sus decisiones. Cerca de las 11:30 el sueño lo venció, a la mañana siguiente despertó y buscó su teléfono, aun lado de sus cosas y no lo encontró, se incorporó y nota que todo estaba en desorden, su ropa estaba esparcida a los alrededores y la sabana con la que se había cobijado estaba dentro de la laguna fangosa.

Además a su alrededor había varios montículos hechos con las piedras, además la forma en la que había dormido estaba marcada por un cerco de piedras a su alrededor, mismo que solo notó hasta que estuvo de pie. Encontró bajo una piedra su teléfono completamente estrellado, volteo a ver a todos lados esperando encontrar al responsable de la broma que le habían hecho, pero no vio a nadie, comenzó a juntar sus pertenencias muy molestó y decidido a regresar, pero dos cosas lo hicieron detenerse, la primera era que no sabía dónde estaban las llaves de su auto, pues todo se encontraba revuelto y regado, y la segunda cosa que le impedía irse fue que no sabía cuál camino tomar, ya que había llegado hasta ahí guiado por el sistema de navegación de su teléfono que ahora se encontraba inservible.

Furioso por la situación comenzó a patear las piedras destruyendo las formas que encontró al despertar, estaba muy enojado, ya que pensaba que todo se trataba de una broma de alguien del rumbo.

Comenzó a juntar sus cosas y se dio cuenta que las prendas un olor desagradable, nauseabundo, así que su enojo iba en aumento. Para sacar el coraje que sentía se puso a lanzar piedras a la cienega, se sentó dando la espalda al agua verdosa y empezó a respirar profundo para tratar de tranquilizarse, de pronto, escuchó que alguien le llamó por su nombre, volteó pero no vio a nadie, supuso entonces que seguramente algún conocido lo había seguido y era quien le había hecho una broma, así que se levantó para reclamar lo pesado de la situación.

Al voltear quedó de frente a la laguna, y fue justo ahí cuando algo lo dejo literalmente paralizado por el asombro, dentro de la laguna había muchos cuerpos flotando, todos boca abajo, ahogados, de forma inconsciente tomó el teléfono para llamar y pedir ayuda, pero al tocar la pantalla sintió lo estrellado del cristal y por lo tanto, inutilizable.

Volteo a ver para todos lados y de miró su reloj y se dio cuenta que las manecillas estaban detenidas, no marcaban ninguna hora, se acercó a la laguna y se percató que los cuerpos se veían cubiertos por una especia de hongo verde, como si se tratará de lama verdosa del lugar, Mauricio tomó una vara y movió un cuerpo, al ser tocado el cadáver se sujetó al leño, jalándolo, de forma automática el joven lo soltó con miedo, retrocedió y escuchó una sonrisa burlona a sus espaldas, volteo pero no vio a nadie, la risa de pronto comenzó a escucharse en todo el lugar, la sonoridad aumentaba.

Mauricio de pronto vio a lo lejos un grupo de niños, pensó que ellos estaría ahí con sus papás así que corrió en dirección a ellos, al llegar y estar muy cerca les dijo –Niños, esperen, ayúdenme- al girar, vio los rostros de esas personas, no eran niños, eran duendes, si los duendes que le había advertido la joven del puesto de comida.

Mauricio quedó petrificado al ver sus rostros de ancianos, pero sus cuerpos pequeños, alcanzando cuando mucho medio metro de altura, uno de ellos le dijo:

“Nos molestaste, viniste solo a provocar nuestra ira, has alterado nuestro mundo y nosotros alteraremos el tuyo”.

Al decir eso, los 5 duendes se lanzaron sobre Mauricio, quien corrió para alejarse de ellos, al voltear los veía cada vez más cerca, por lo que no se detenía, cuando parecía que por fin los duendes le daría alcance, Mauricio vio que en el camino por donde corría estaba la maleta donde había guardado lo que había comprado en el puesto la noche anterior, así que sin detenerse al ir corriendo tomo la mochila y al tiempo en que era perseguido la abrió y saco el pan, volteó y les dejo caer las piezas que llevaba; al ver el pan los duende se detuvieron para comerlo por lo que Mauricio siguió corriendo y escondiéndose así de ellos.

Después de correr por espacio de 10 minutos, Mauricio se detuvo, agitado aún por lo que había corrido, comenzó a analizar la situación, no podía creer lo que estaba viviendo. Notó que el camino que había recorrido tenía las huellas su vehículo, por lo que supuso que si había corrido en dirección contraria a las huellas, estaría en la dirección correcta para encontrar la carretera y poder pedir ayuda de esta forma.

Tras casi 2 horas de seguir caminando, Mauricio sintió que se encontraba perdido, ya que aunque seguía viendo las huellas de su auto, le parecía demasiado lo que estaba caminando. De un momento a otro, estuvo frente a la carretera, por lo que se sintió a salvo, vio a lo lejos un vehículo, si era un automóvil clásico, le sorprendió lo bien cuidado que se encontraba, le hizo señas para que se detuviera, el auto se detuvo y Mauricio se acercó.

La persona que manejaba el vehículo era la misma chiquilla del puesto donde había comprado, al detenerse la niña le dijo – No debiste echar en saco roto mis consejos, ahora has quedado atrapado en el mundo de los duendes, sube y te explico- el subió al carro.

Al subir al auto la joven le dijo - Ya todo termino para ti, ahora estas atrapado en este mundo, debiste hacerme caso, obedecerme, te di todas las pistas que necesitabas para disfrutar del lugar y no tener problemas con los duendes – él contestó que quién era ella.

-Soy lo que tú quieras ver, tu eres quien me pone rostro, puedo ser tu novia a la que ya no amas, tu amigo Juan, un vecino, una compañera, soy lo que quieras ver mira en el espejo y ve lo que tú eres- Mauricio vio por el espejo de auto y pudo darse cuenta que era un anciano, el anciano que él mismo había visto en el puesto una noche antes.

Grito con horror diciendo que no podía ser, que todo era una pesadilla, se tapó la cara con las manos al tiempo que escuchaba una sonrisa macabra e infernal por parte de la joven, se quitó las manos del rostro y vio que ya era completamente de noche, el vehículo se detuvo, el bajo al igual que la joven.

Al estar sobre el suelo, él vio a la anciana del puesto se acercó como si algo o alguien mandara sobre su cuerpo, ya que las cosas que hacía, las hacia como siguiendo órdenes.
La anciana y él, ahora también anciano comenzaron a juntar las cosas del puesto, la joven se quedó al frente, un vehículo llegó y era él mismo, era como si se estuviera repitiendo la historia, pero él ahora estaba dentro del cuerpo del anciano, hizo un esfuerzo por controlar su cuerpo y le gritó:

“No vayas a ese lugar, vete…”

Mauricio dentro del cuerpo del anciano vio como él mismo se alejaba con las compras que había hecho, entonces la adolescente giro y Mauricio pudo ver de nuevo su rostro, pero ahora su cabeza era la de una cabra, sus piernas eran patas de caballo y su torso era el de un hombre grueso y fornido, con voz infernal le dijo – Ahora eso es lo que representó para ti… el demonio-.

Imagen Cortesía: Gad López / https://www.instagram.com/p/BSKQY0aDFBK/?taken-by=gad.mty


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