La Aparecida

Jaime tenía 3 meses sin trabajar, por lo cual cuando su cuñado Ramiro le ofreció que por las noches cuidara su tráiler no dudo en aceptarlo, el trabajo se escuchaba fácil, solo ir a dormir en la cabina de pesado vehículo para evitar que lo atracaran; Ramiro y su mujer Francisca se habían cambiado a una colonia nueva, en lo alto del cerro del Topo Chico al Norte de Monterrey, lo bajo del cableado de luz impedía que Ramiro pudiese dejar su transporte afuera de su casa, viéndose en la necesidad de estacionarlo una colonia abajo, sin embargo, siempre tenía la inquietud acerca de que alguien pudiera robarlo.

El tráiler lo dejaban enfrente de un terreno baldío que abarcaba el equivalente a dos casas. La primera noche que Jaime trabajó le pareció muy extraño ver a una mujer caminando en el lugar, la figura se perdía entre la oscuridad de la noche, ya que la colonia carecía de alumbrado público. Desde el interior de la cabina del tráiler se mantuvo atento a las acciones de la mujer, pensando que podía tratarse de una estrategia para hacerlo salir. Entre la oscuridad la mujer de pronto se perdió a la lejanía, como si avanzará hacia la otra calle.

A la noche siguiente sucedió lo mismo, llegadas las primeras horas de la madrugada volvió a ver a la mujer, que parecía buscar algo en el terrero abandonado, de la nada comenzó a escuchar como la mujer rompió en llanto, mientras seguía buscando entre la hierba crecida por la lluvia de los días pasados. Su llanto se escuchaba además de una forma muy nítida, era como si llorase junto a él, los suspiros y sollozos producían en Jaime un profundo escalofrío que le recorría por todo el cuerpo.

Por un momento sintió la necesidad de bajar de tráiler para ir con la mujer y ver si podía ayudarla, pero recordaba que no podía poner en riesgo su integridad ni la seguridad del vehículo. La mujer continuó con sus sollozos y llanto haciendo que Jaime comenzará a sentirse atemorizado por la tétrica atmosfera que se apoderaba de la noche. Gracias a la luz intensa que daba la luna pudo ver con más detalle la figura esbelta de la mujer, que vestía ropas oscuras, sus cabellos negros y largos le daban un aspecto espectral. La fémina fijó su cabeza en dirección al tráiler y aunque Jaime no estaba seguro supuso que lo había visto.

Jaime decidió moverse al camarote del tráiler para evitar que la mujer pudiera verlo, seguía escuchando el llanto, poco a poco se dio cuenta que aquellos sollozos se escuchaban más y más cerca de él, así fue incrementándose la sonoridad hasta que sintió que lloraban justo afuera del tráiler. En un segundo el llanto cesó así que respiro con alivio, lo que él no esperaba era escuchar que alguien tocara en el vidrio de la puerta.
Guardó silencio e ignoró el llamado que hacían, un par de veces tocaron de nuevo, las mismas ocasiones que hizo caso omiso, después la calma nocturna volvá aunque para Jaime resultó imposible conciliar el sueño de nuevo.

Así se presentó la tercer noche, Ramiro ya le esperaba con las llaves del tráiler. En esta ocasión Jaime tenía pensado grabar con su teléfono celular a la mujer y después decírselo a su cuñado, ya que no podía dormir por estar pensando en ella y sentir que tenía grabado en su cerebro el sonido de sus sollozos y llanto. Llegada la madrugada Jaime escucho el llanto de la mujer de nueva cuenta, salió del camarote y se colocó de forma que pudiera grabar a la mujer; el cielo se encontraba cubierto por nubarrones que oscurecían aún más la noche.

Pensó que su plan no iba a resultar así que decidió mejor volver al camarote, pero cuando iba a guardar su teléfono un rayo iluminó el cielo y pudo ver claramente frente al tráiler a la mujer, sus cabellos negros volaban con el aire cubriendo su descarnada osamenta. Horrorizado Jaime empezó a rezar para que aquella infernal visión se perdiera de nuevo en la oscuridad de la noche. En un ataque de pánico bajó del tráiler y corrió por entre la calle sin importar la lluvia, quería llegar a su casa, en su frenética carrera volteaba hacia atrás y veía que la silueta aquella le seguía a la distancia.

Después de poco más de 30 minutos de correr sin detenerse llegó a su vivienda, les explicó la experiencia que acababa de vivir y su madre que era una mujer mayor tomó la decisión de barrerlo con un huevo para curarlo de espanto. Tras hacer varias oraciones y vaciar el huevo en un vaso de cristal transparente con agua, ocurría algo por demás más siniestro, el contenido era completamente negro.

Al día siguiente Jaime fue llevado por sus padres al Mercado Juárez en el centro de Monterrey, donde un experto en curaciones esotéricas lo barrió con una piedra alumbre, la cual al terminar el proceso de limpia fue quemada dando forma de una calavera humana. El experto les dijo:
“Eso es el fantasma de una persona que en vida hizo mucho mal, por eso no puede descansar en paz, esos infelices seres pasan la eternidad atormentados en la agonía de no poder cruzar al mundo de los muertos, ellos te observan y si tú los observas también saben que hay una conexión, como están cargados por el dolor de nunca poder descansar tratan de que quien los vea les ayude con ese peso, ya con lo que he hecho hoy, quedarás libre de su espanto, pero debes nunca más volver a donde viste esa mujer o de lo contrario volverá intentar arrastrarte a su agonía”

La Aparecida – Vídeo Relato

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