El Hombre Pájaro: Adaptación libre del relato original de Inocente Cruz Santiago
Recién habían iniciado la construcción de aquel nuevo edificio y a la obra llegaron muchos trabajadores diferentes estados de México hasta Nuevo León, la intención que tenían en la constructora era entregar aquel trabajo en un par de meses.
Los terrenos de la construcción estaban ubicados en una zona montañosa cerca del cerro de la silla. Lo cual convertiría el lugar en un establecimiento sumamente exclusivo y elitista.
Cómo muchos trabajadores eran foráneos, se habían organizado casas de campaña para que durmieran en el mismo terreno de la obra en lo que podían conseguirles algún hospedaje fijo.
La primera noche uno de trabajadores despertó gritando horrorizado diciendo que un animal lo había sujetado por la espalda y resoplado en sus cuello. Nadie creyó lo dicho por el hombre, de hecho la mayoría de los compañeros se burlaron de él. A la mañana siguiente aquel hombre dejó el trabajo y volvió a Colima, de dónde era originario.
Pasaron un par de noches y otro hombre reportó la misma situación, lo que provocó que los ingenieros encargados de la construcción comenzarán a preocuparse por la situación, y es que aunque ellos no creían en lo que aquellos dos trabajadores habían dicho si pensaban que se podía crear histeria colectiva y con ello minar el ánimo de los albañiles y por ello mal lograr el resultado planeado.
El sábado llegó y muchos de los albañiles celebraron la primer semana de trabajo con una cena, donde la cerveza y la comida abundaron. La mayoría de los trabajadores eran buenos tomando, así que se los encargados de la obra se habían preparado con suficientes cartones de cerveza para tenerlos contentos y comprometidos como empleados.
A las 2 de la mañana Felipe uno de los albañiles más jóvenes decidió irse a dormir, se despidió de todos y se dirigió a la zona que tenían preparada para dormir, la música alegre se escuchaba en una bocina mientras los hombres cantaban al unísono las canciones que les recordaban su tierra, cuando de pronto entre la algarabía se escucharon gritos de verdadero terror y espanto.
«Es mi hermano Cuco» digo con angustia Artemio, él y todos corrieron hasta donde suponían estaba el muchacho. Al llegar encontraron las sábanas sobre el suelo y la colchoneta totalmente desgarrada, sin embargo no veían a Cuco. Los arquitectos dijeron que seguramente se trataba del ataque de algún oso, los albañiles sacaron sus teléfonos y con la linterna de los aparatos intentaban iluminar el oscuro paraje, sin imaginarlo escucharon que la voz de Cuco suplicando por ayuda veía del aire.
Levantaron los celulares y lo vieron en la copas de los árboles, colgando de cabeza, todos iluminaron hacía la dirección en qué cuco se encontraba, incluso un arquitecto encendió una lámpara de mano pero de mayor luminosidad, ante su asombro vieron que cuco era sujetado del pie por un horrible ser de apariencia humana pero con la piel cubierta por un pelambres grueso y oscuro.
Aquel humanoide al ver tanta luz se encandiló y soltó a a Cuco quien cayó pesadamente sobre el suelo. Uno de los ingenieros dijo angustiado: «échenle más luz» y de inmediato otros sacaron sus lámparas para iluminarlo; fue justamente cuando más luz tenía encima que aquello abrió unas enormes alas y comenzó a emitir un sonido parecido a un aullido a la vez que agitaba sus alas y se elevó por las alturas dejando a todos completamente horrorizados.
Sin embargo la sensación de miedo se multiplicó cuando escucharon aullidos desde distintas direcciones, como si otros animales de aquella desconocida especie respondieran al llamado de aquel ejemplar.
Los arquitectos indicaron a los trabajadores que encendieran todas las luces y que hicieran guardias para poder dormir. Después de ese día, todos abandonaron la construcción y dejaron inconclusa aquella obra volviendo todos a su estados llevando solo aquel horrible recuerdo de ese hombre pájaro del cerro de la silla.
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