Dispuestos a pasar un 14 de Febrero en mitad del bosque Julio y Ana decidieron acampar unos días en mitad de la montaña, entre bromas y risas lograron llegar hasta la parte mas alta a la que tenían acceso. Una vez ahí instalaron la tienda de campaña que llevaban. Antes de dormir hicieron una fogata y cuando ambos tenían el sueño más profundo los despertaron unos extraños ruidos que de pronto se escuchaban a la distancia y en otras ocasiones parecía que provenían del exterior inmediato.
Los dos despertaron al escuchar aquellos aterradores ruidos que por momentos parecían los aullidos de un animal en agonía, mientras que después simulaban también ser los de un animal enfurecido que bramaba con rabia advirtiendo que atacaría.
Ana le preguntó que qué estaría ocurriendo, a lo que respondió tratando de hacer el menor ruido que guardara silencio, que mientras el fuego estuviera encendido ninguna fiera se acercaría por miedo, sin embargo de pronto a través de las paredes de la tienda de campaña comenzaron a ver como se dibujaba una sombra, dicha silueta podía verse con precisión ya que todo era oscuridad con excepción de la luz que se generaba con el fuego, lo que permitía que aquella imagen se retratará con gran exactitud.
La figura reflejaba la silueta de una mujer que portaba un báculo o algo parecido, el fuego de la fogata comenzó a extender sus lenguas más y mas, por lo que podían ver completamente aquella espectral figura, la cual tenía una postura inquietante y hasta aterradora, ya que los ruidos seguían escuchándose en el monte y ella parecía no sentir ningún tipo de asombro por la terrorífica situación.
Julio le dijo a Ana que saldría a ver quién era, pero ella se lo impidió ya que no sabían si esa persona estaba armada, por lo que respondió que tenía su pistola, que no se atreverían a hacerle nada si lo veía armado, hablaban haciendo el menor ruido posible, pero para su horror escucharon una siniestra carcajada del exterior y vieron claramente como la figura se reía de una forma por demás espeluznante.
Ana se tapó la boca para evitar soltar un aterrador grito de espanto; la figura de aquella mujer se encaminó hacia la tienda, ellos lo notaron porque vieron la silueta hacerse de mayor tamaño, por lo que Julio presa de la desesperación y angustia sin dudarlo disparó él le indico que juntara sus pertenencias más personales y que en ese mismo momento se marcharían del lugar, desde niño he salido a acampar con mi familia, mis dos abuelos eran cazadores y ellos siempre nos contaron las historias de las brujas que habitan en el monte.
«No son mujeres, alguna vez lo fueron pero entregaron, te aseguró que si salimos ahora mismo no encontraremos su cadáver, es más no veremos ni siquiera sangre, solo quizá la hierba se encuentre pestilente porque ese es el olor de las brujas».
Ana sin creerle del todo junto sus pertenencias y salió con el de la tienda de campaña esperando encontrar el cuerpo de la mujer tirado en el suelo, Ana se dio cuenta que lo que Julio había dicho era cierto, no estaba la mujer por ningún lado y en cambio sí había un olor nauseabundo en el lugar. Ella lo miró como aceptando que empezaba a creer la historia.
“por qué vinimos a acampar si tu ya sabías estas historias y sabías que corríamos peligro” dijo ella.
Por lo que él respondió que los animales salvajes le temen al fuego y las brujas no atacan a menos que se sientan amenazadas o insultadas, Ana dijo que eso era imposible, sin embargo Julio le confió que cuando niño alguna vez entró a una cueva en compañía de sus familiares cuando realizaban una cacería y ahí encontraron muchos objetos de brujería, cosas horribles, huesos humanos, incluso osamentas de niños recién nacidos.
“En aquella cueva nos encontramos de frente con el terror y la maldad».
Ya con una mayor angustia Ana le dijo que como se podían proteger si la bruja volvía, a lo que le respondió que mientras tuviera su arma cargada no corrían peligro, pues aunque las brujas tenían una protección maldita, su cuerpo seguía siendo en parte humano y por ellos las balas les causaban heridas y en ocasiones daño considerable, aunque con sus poderes de hechicería podían regenerarse y volver para atacar de nuevo.
De entre la maleza oscura salió una mujer, su aspecto era como el que siempre se dijo de las brujas, su vestimenta era oscura y cubría su cabeza con una gorro que integraba una capa larga y negra, sus ojos se veían completamente negros y de ellos escurría un extraño líquido del mismo color, el báculo le servía para apoyarse, aunque su figura no era la de una anciana si caminaba con cierta torpeza.
Julio empuñó su pistola, apuntó a la bruja y disparó, la mujer cayó de nuevo en la hierba y el olor de inmundicia se esparció por el lugar, Avanzaron por varios minutos sin detenerse. Llegaron a un punto muy estrecho donde debían pasar uno por uno, ella fue la primera que lo hizo, en ese momento una de sus pulseras cayo, Julio se dio cuenta y le dijo que se detuviera, que debía buscar el objeto, por lo que le dijo que no se detuvieran por cosas sin importancia, sin embargo, le explicó que si la bruja se apoderaba de algo que les perteneciera podía usarlo para hacerles brujería, o bien para tener una conexión directa con el dueño de dicho accesorio.
Ana lo miró y le cuestionó que por que sabía tanto sobre esos temas; a lo que respondió que cuando entraron en aquella cueva perdió sus lentes, hecho al que no le dieron importancia, pero al pasar de los días comenzó a tener constantes pesadillas y alucinaciones, por lo que su familia se vio en la necesidad de consultar con un experto en hechicería, quien les dijo que seguramente la bruja de aquella cueva debió hacer algún trabajo con un algo personal del niño, y que ahí habían entendido que los lentes eran lo que había utilizado, sus abuelos y su padre regresaron aquella cueva y había matado a la mujer.
Ella le cuestionó qué cómo habían podido matar a una bruja, si ellos mismos decían que tenían protección del demonio, pero antes de que él pudiera responder, la bruja volvió a aparecer frente a ellos, saliendo de entre la oscuridad y los árboles.
Les apuntó con su mano, la cual tenía manchas de un líquido rojo, que parecía ser sangre, de nueva cuenta con la aparición de la mujer volvieron a escucharse los ruidos de los animales, era como si aquellas bestias las acompañaran.
La mujer habló con una voz aterradora y dijo: “Ningún hechizo puede romperse, y menos cuando se hace bajo el amparo del demonio, tu nos perteneces, sabíamos que volverías, porque aquí quedo tu alma atrapada con aquel hechizo”.
Julio la miró y de nuevo disparó, pero la pistola no respondía, los disparos no se realizaban, la bruja volvió a hablar y le dijo que tomaría su vida a cambio de la de su hermana, y que moriría de la misma forma; de la nada el cuerpo del chico comenzó a incendiarse, el fuego lo abrazaba, Ana gritó aterrada al ver como Julio era envuelto en llamas sin que ella pudiera ayudarlo.
En unos segundos el cuerpo se había convertido en una enorme masa de fuego, por lo que ella al darse cuenta que nada podía hacer ya por su novio corrió de nuevo en dirección al camino, la bruja comezón a seguirla, acechándola en el camino, saliendo de entre los árboles, a lo largo del camino, mientras que Ana seguía corriendo.
La bruja de pronto apareció frente a ella y clavó sus uñas negras en sus ojos, por lo que ella lanzó un horripilante grito de dolor, cayendo al suelo cubriéndose los ojos con las manos, la bruja se acerco hasta ella y le susurró algo al oído, Ana dejo de llorar, se incorporó, y de nueva cuenta comenzó a correr, pero ahora en dirección contraria, es decir hacia lo alto del monte, corría con más y más fuerza, hasta que llegó a un acantilado y se lanzó hacia fondo, cayendo y quedando despedazada.
La bruja del monte contemplo todo desde lo alto de la montaña y comenzó a reír y a carcajearse de una manera macabra, como si estuviera satisfecha por haber vengado la muerte de su hermana.
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