Adaptación libre del relato original de Lencho Martínez.
Omar tenía un marcado gusto por el fútbol, todas las noches después de cenar iba a ver los partidos que se realizaban en unos campos al otro lado de la colonia.
Aquella vez llegó demasiado tarde a su casa, Se dio un baño rápido y salió a toda prisa, al internarse en la calle de la siguiente colonia se dio cuenta que ninguna lámpara estaba encendida, pensó entonces que seguramente se había ido la luz, sin embargo eso no lo desalentó.
A la distancia vio la figura de una mujer que se acercaba en dirección hacia él, le llamo la atención que la dama se distinguiera de manera tan clara. Omar comenzó a sentir sus piernas muy pesadas, sus pasos parecían no avanzar, sin embargo la figura femenina que había visto en la distancia ya estaba demasiado cerca de él.
Aunque intentaba no dejar de avanzar sentía que el camino se hacía interminable, al estar a unos cuantos pasos de la mujer pudo darse cuenta que aquella figura no tocaba el suelo, flotaba por el aire, incluso carecia de pies, en su lugar se hacía un fuerte remolino que golpeaba las pierdas que encontraba en su camino.
El ente aquel paso junto a Omar y al estar a su costado giró su cabeza mirándolo de una forma que le heló la sangre, su cara no era la de un ser humano, su rostro era el de un horrible demonio, en sus oscuros cabellos se envolvían sus infernales facciones. Omar quedó completamente paralizado, sin poder articular ni una sola expresión, tras varios segundos inmóvil logro moverse de nuevo y aunque su mente estaba totalmente confundida si comprendía que aquello era una temible experiencia paranormal. Esa situación le hizo cambiar de opinión, por lo que decidió regresar a su casa y evitar volver a encontrarse con aquella figura fantasmal cuando de nueva cuenta escuchó el ruido de las piedras en el suelo, giró su cabeza y otra vez vio pasar aquella figura horrible, la cual el siempre ha descrito como la mujer con rostro de demonio.
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