Aquella mañana Salvador se dirigía a su empleo, era su primer día en una panadería cerca de su nueva casa, su horario de entrada era a las 4 AM, así que muy de madrugada se encaminó al parque que separaba su hogar del trabajo.
Esa mañana vio lo que parecía ser un vagabundo sentado en una banca del parque, sin darle mayor importancia pasó a su lado a toda prisa, pero al cruzar su camino escuchó que aquel sujeto le dijo: «Ayúdame, no te vayas» con un timbre de voz espeluznante.El Hombre del Cuchillo
Salvador volteó a verlo pero ya no estaba en la banca, sin embargo escuchaba aún la misma súplica «Ayúdame, no te vayas».
Desconcertado siguió su camino hacia la panadería, cuando de pronto de entre las copas de los árboles vio caer al sujeto quien armado con un cuchillo se lanzó en su contra para atacarlo; por lo sorpresivo del hecho, Salvador no pudo reaccionar a tiempo y sobre él se estampó aquel hombre y su arma, mismos que se evaporaron justo al hacer contacto con su cuerpo.
Salvador sintió sin embargo como si su piel fuera golpeada por polvo o arena fina, con una sensación de incomodidad se sacudió la ropa, al momento que intentaba reponerse del susto aquel, pues era la primera vez que vivía una experiencia de ese tipo.
Llegó al trabajo con el rostro aún desencajado por la impresión, sin embargo comenzó a hacer las labores que uno de sus jefes le indico, aunque de su mente no sacaba aquel susto intentaba no darle mayor importancia al hecho.
A la hora de la comida un compañero le preguntó si no había visto al hombre del cuchillo, Salvador no necesitó dar una respuesta sus ojos hablaron solos.
El joven le dijo que ese fantasma siempre se aparecía en el parque, por ello muchos preferían rodear las calles antes de internarse ahí por la noche o madrugada, que nadie sabía quién era o por qué penaba ahí, que desde que se fundó la colonia los vecinos reportaron su presencia, sin embargo nunca nadie supo o conoció su historia u origen.
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