Tentación Diabólica

El relato que van a escuchar, me lo hizo llegar un suscriptor quien ha pedido mantenerse en el anonimato; él afirma que la historia era contada frecuentemente por la gente mayor de su pueblo, quienes conocieron en persona a los involucrados.

Belisario salió de la vieja casa donde vivía, llevaba un par de cubetas de lámina, se dirigía a la noria como cada día, sin embargo en esa ocasión se encontraba más molesto que de costumbre, pues Anselma su tía abuela lo había despertado a cintarazos para que fuera a hacer esas labores, la causa de los golpes fue que él no quería despertarse y seguía dormido en su viejo catre.

Iba descalzo, la pobreza no les permitía darse el luego de tener aunque fuese un par de huaraches. Le parecía por demás extraño ver que la madrugada estaba aún muy oscura, parecía más medianoche que las primeras horas del alba. 

Por el camino vio algo que nunca había visto, se trataba de un venado que muy de cerca era acechado por dos animales a los cuales no pudo reconocer, no sabía si se trataban de jabalíes o lobos, lo que sí pudo comprender era que él venado corría peligro, así que sin pensarlo dos veces soltó las tinas y comenzó a lanzar piedras a los animales, provocando que el venado huyera a toda velocidad entre los árboles y el otro par se alejará en dirección opuesta.

Cuando los perdió de vista siguió su camino, clavándose una rama con espinas en el pie, lo que le hizo sangrar ligeramente, sin darle importancia a su herida llegó hasta al viejo pozo y se preparó para llenar las cubetas. Una vez que las llenó tomó el camino de regreso, sin embargo su pie izquierdo se encontraba sensible por la herida de la espina, así que tropezó y cayó, echándose el agua encima de sus ropas.

Se levantó temeroso, pensando que Anselma le castigaría de nueva cuenta con cintarazos por ensuciar su ropa, Belisario no era más que un niño de 9 años aunque sus labores eran las propias de un adulto; a pesar de la oscuridad de la noche se dio cuenta que sus desgastadas ropas se encontraban enlodadas por el accidente, eso lo hizo ponerse a llorar por temor al castigo físico que sabía le esperaba.

Mientras frotaba sus ojos intentando dejar de llorar vio una figura entre los árboles, vestía un hábito parecido al de un monje, Belisario pensó que era algún sacerdote, así que dejó de llorar y regreso a la noria para llenar de nueva cuenta las cubetas; ya al estar haciéndolo escuchó que le llamaron por su nombre, giró y vio que aquel hombre era quien le llamaba.

Le preguntó el motivo de su llanto, Belisario le explicó lo sucedido y que sabía que su tía Anselma lo castigaría por el descuido. El hombre le dijo que cada mañana lo veía pasar por agua a la noria, pero que nunca lo interrumpía en su camino. El niño con su inocencia respondió que él jamás lo había visto, que lo único que veía y en ocasiones era un enorme venado cruzando por el camino.

El sujeto que se mantenía cubierto por la penumbra soltó una carcajada y le dijo que era muy observador y valiente que además estaba en deuda con él, pues recién le había salvado de una par de animales feroces. El niño no entendió, ya que él había espantando a los animales que iban acechando al venado, pero en su pequeña mente llegó a la conclusión de que al espantarlos había salvado al hombre que pensaban iban a atacarlo a él en lugar del enorme venado.

“Estoy en deuda contigo, dime que quieres, te daré lo que me pidas, solo debes decirlo, ¿qué te gustaría?; no prefieres que en lugar de esas tinas de lámina puedas tener otras para jugar, ¿no quieres una máquina para jugar haciendo pozos en la tierra? Te he visto como juegas escarbando, ¿te gustaría tener una pala y unas botas, como las de Fulgencio el caporal del rancho de los Mendieta?” 

El niño al escuchar todo aquello se emocionó tanto que no dudo en decirle que sí, se imaginaba jugando y pensaba en su inocencia que si tenía una pala podría hacer un pozo más cerca de su casa y con ello no tendría que ir tan lejos por el agua cada mañana.

El hombre le extendió la mano y le dijo que se acercará que solo debía decirle algo al oído, Belisario se acercó, al darle la mano sitio que solo tocaba huesos, levantó su cara y observó que el rostro era en realidad solamente una silueta de la cual salía humo que se evaporaba y lo envolvía, escucho cerca de su oído una voz diciendo:

“Hoy decidí llevarme  tu alma, soy el venado que te acechaba esta noche y los animales que espantaste eran las almas de tus padres que intentaban salvarte, soy lo que te observa cada mañana, pero que huye al ver la luz”.

A mitad de la oscuridad solo se escuchó entre las copas de los árboles como si un venado bramará con furia. Por la mañana varios hombres llegaron a la casa de Anselma, tocaron con fuerza y esta apareció prácticamente dormida, como si fuese una sonámbula, los hombres le dijeron que habían encontrado a Belisario muerto junto a la noria, en su mano tenía un puño de tierra como si hubiese estado escarbando alrededor del pozo. La mujer comenzó a llorar y les dijo que ya sabía, que la noche anterior ella vio sin poder hacer nada como el diablo levantó al niño de su catre dándole cintarazos sacándolo de la casa y ordenándole fuera por agua a la noria.

Algunos habitantes piensan que el diablo poseyó el cuerpo de Anselma para hacer que el niño fuera por agua a la noria y así poder hacer sus actos malévolos, otros más piensan que el mal tomó la forma de la mujer para que el niño obedeciera y posteriormente en el monte se convirtió en el venado. Las autoridades no tomaron eso en cuenta en la investigación, por lo que se determinó que el niño falleció a causa de hipotermia y por la negligencia y descuido de su tía, quien lo cuidaba desde hacía 3 años cuando sus padres partieron a Estados Unidos pero nunca volvieron a comunicarse con ellos. 

Vídeo Relato – Tentación Diabólica

Publicar un comentario

0 Comentarios