El siguiente relato está basado libremente en la historia que en alguna ocasión me comentó una amiga que ha pedido mantenerse en el anonimato; ella a su vez lo escuchó directamente de una de las señoras que estuvo presente cuando sucedió lo que a continuación escucharán.
El verano en Nuevo León siempre ha sido abrazador, pero a principios de la década del 2000 los termómetros marcaban temperaturas extremadamente altas, así mismo la sequía castigaba las tierras sofocando en un intenso calor a la población.
Aquella tarde las mujeres de la colonia Torre de Santo Domingo en el municipio de San Nicolás de los Garza se reunieron como siempre para rezar el rosario mientras sus niños jugaban en el patio de la capilla, doña Agapita era quien dirigía a las mujeres en el rezo, iniciaron puntualmente a las 6 de la tarde y avanzaron en sus oraciones; al llegar al quinto misterio, en la capilla entró una mujer que nunca antes habían visto; el arribo de la señora no fue motivo para que interrumpieran el santo rosario.
Mientras rezaban, la desconocida les dijo con fuerza “que calor tan tremendo, hasta parece el infierno”, aunque el comentario estaba fuera de lugar nadie respondió a aquella frase, la mujer en un nuevo intento por llamar la atención sacó de su bolsa un cartón, comenzó a ventilarse el rostro, preguntando a las que estaban más cerca de ella que si no tenían calor, que si les gustaba el aire que les daba; pareciese que su intención o finalidad era distraerlas de la oración.
Al llegar a la letanía la mujer lanzó el cartón sobre una de las señoras y se puso de pie frente a la que dirigía el rosario, la tomó de los hombros y con una voz aterradora le ordenó callarse, sin embargo no logró causar interrupción alguna, ya que seguían rezando con más fuerza y fe.
Llena de rabia le arrebató el rosario y le gritó entre satánicas carcajadas “cállate… ¿que no sabes quién soy? Tengo tanto poder que no me importó entrar a la casa de tu Dios”.
Agapita la miró fijamente a los ojos y dijo con fuerza, “no dejen de rezar” mientras en la capilla retumbaban aquellas carcajadas, las mujeres siguieron rezando demostrándole al demonio que su fe era más fuerte que el miedo que pudiese inspirarles.
La mujer en un acto de total agresión a lo sacro rompió con sus manos el rosario, haciendo que las cuentas cayeran al piso mientras mantenía sus risas burlonas y lanzaba infames blasfemias; Agapita, se dirigió al altar y tomó un frasco con lo que parecía ser agua bendita y le dijo de forma imperativa “Sal de la casa de Dios, este lugar es sagrado y tú no tienes cabida aquí”, lanzándole el contenido del frasco directamente a la cara, haciéndola caer al piso inconsciente.
Al abrir los ojos de nueva cuenta la mujer se vio rodeada por las señoras, le explicaron que llegó cuando estaba a la mitad del quinto misterio y que de inmediato quedó profundamente dormida en una banca, y que nadie quiso despertarla al verla tan tranquila; se identificó como Marisela, y les dijo que era nueva en la colonia, que había rentado una casa en la cuadra de atrás y que había tenido una pesadilla terrible, les explicó detalladamente el recuerdo que tenía, por lo que Agapita le explicó que había tenido un ataque espiritual, pero que no había llegado a más seguramente por el poder del santo rosario, ya que mientras ella rezaban el demonio se mantenía maniatado para cualquier atrocidad que quisiera hacer en su contra.
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