El Trailero Jacinto

RELATOS DE TERROR

EL TRAILERO JACINTO

Jacinto, joven de 19 años tenía poco tiempo trabajando como trailero, cinco meses para ser exactos, aquella tarde llegó a una gasolinera, cargó combustible y pudo ver a una chica que bebía un refresco, se dirigió al baño y a su regreso ella lo saludó, le dijo directamente que si podía llevarla a San Benito, por lo que él respondió que cómo sabía que ese era su destino, la chica se rio y dijo que esa carretera solo podía llevarlo a ese pueblo.
El joven atraído por la chica le dijo que claro que la llevaba, pero sí que no habría problemas, que si su esposo no era celoso, intentando así que la chica le dijera su estado civil. Con una sonrisa le respondió, que no tenía esposo, que su nombre era Julieta y que estaba impaciente por llegar al rancho de sus padres, quienes ya la esperaban. Abordaron el tráiler e iniciaron el camino, él interesado en saber sobre la chica le cuestionó su oficio, por lo que la joven respondió que estudiaba la carrera de psicología, y que tenía tiempo intentando volver a su hogar pero le había sido imposible, que por una u otra razón siempre terminaba por no encontrarse con sus padres. ¿Y por qué no has podido llegar a tu casa? – preguntó Jacinto, respondiéndole que el pueblo se había convertido en tierra de nadie. Avanzaron en el camino y pronto se encontraron de frente con un tráiler que iba en sentido contrario, el trailero tocó el claxon y al momento de cruzarse le gritó “ponte a rezar”; Jacinto pensó que seguramente le había dicho eso para que no tuviera un accidente en las peligrosas curvas del camino, así que bajo la velocidad y condujo con la mayor precaución posible. Jacinto le pidió a Julieta que pusiera música de su teléfono, que no tenía clave, que solo necesitaba abrir el reproductor, pero el aparato no obedecía las instrucciones que ella le daba a través de la pantalla; él se rio y le dijo “estas muy fría, el teléfono no detecta tus dedos”, encendió la música y continuaron el viaje. Poco después de la entrada de San Benito, Julieta le señaló un viejo pozo, y le dijo que de ahí ya nadie sacaba agua, pues en ese lugar generalmente eran arrojados los cuerpos de las personas que eran asesinadas por los grupos delictivos que azotaban el poblado, le dijo además que otros simplemente eran desaparecidos, que las familias no sabían sí estaban vivos o muertos, ya que no encontraban sus restos; Julieta dijo con seriedad: “Muchos prefieren dar por muertos a sus familiares, aunque nadie les haya entregado un cuerpo, para ellos eso es menos triste, te imaginas no saber dónde está tu gente, la desesperación que deben sentir al no saber dónde están sus hijos, no saber si viven o han muerto, ni siquiera tener un lugar a donde llevarle flores”. Jacinto se quedó serio mientras conducía el tráiler, pensando en el dolor que debían sentir aquellos que perdieron a un familiar en las condiciones que Julieta le presentaba. Unos minutos después ella le indico que se detuviera, que estaba frente a su casa, que ahí podría dejarla, se despidió agradeciendo que la hubiese llevado. Le dijo, que seguramente llevaba mercancía a la bloquera, a la cual podía llegar fácilmente siguiendo el camino todo derecho, que en 10 minutos estaría ahí. Ella se despidió y entró en la casa, Jacinto miro el teléfono y se dio cuenta que eran las 4:45 de la madrugada, la entrega la tenía programada hasta las 7 de la mañana, así que pensó que podía decirle a Julieta que le ofreciera un café, después de todo ella estaba en deuda con él. Apagó el tráiler y bajó del vehículo, tomó una piedra y golpeó uno de los troncos que estaba en la entrada de la casa, espero un poco, de nueva cuenta golpeó el tronco y llamó a Julieta por su nombre, lo hizo un par de veces más, pero al no ver respuesta decidió entrar; pensó que quizá pudiera haber delincuentes dentro de la casa, regresó al tráiler y tomó un revolver y una linterna que llevaba dentro del vehículo, entró a la casa, pero quedó muy sorprendido con lo que vio dentro, la casa lucía completamente abandonada, deshabitada totalmente, con la linterna iluminaba el interior y pudo darse cuenta que en la pared colgaba un cuadro con una foto familiar, ahí estaba Julieta en compañía de quienes seguramente eran sus padres. Siguió inspeccionando la casa y llegó hasta el patio trasero, donde tras unas trancas vio a un caballo, el animal se veía intimidante, resollaba de forma salvaje y violenta, además parecía verle directamente, como si el equino supiera que él era un intruso en esa casa; Jacinto regreso a la casa y salió preocupado y desconcertado por no haber encontrado dentro a Julieta, pensaba que alguien la había secuestrado. Sin dudarlo subió al tráiler y lo puso en marcha, llegó a la bloquera y tocó el claxon para que el encargado saliera. Del interior del viejo negocio salió un anciano quien le reprendió por el ruido que hacia; Jacinto le explicó los hechos que recién había vivido, le pidió el teléfono para denunciar la desaparición de Julieta. El anciano, lo escuchó con atención y posteriormente le dijo que lo que había visto no era real, que no era el primero que llevaba a Julieta hasta su casa, que se trataba del alma en pena de una joven que había sido asesinada por una secta satánica: “Esa pobre muchacha, el crimen de Julieta fue algo muy escandaloso, salió hasta en la televisión, la mataron unos satánicos, sus papás vendieron sus reses y un tractor para poder investigar qué pasó con su hija, pudieron atrapar a la banda, pero nunca dijeron qué hicieron con el cuerpo; luego llegó la delincuencia y todos comenzaron a dejar el pueblo, ya nadie sabe qué fue de los señores, el rancho donde vivían está abandonado, al igual que todas las casas de San Benito, aquí solo vivo yo”. Jacinto decía que Julieta no podía ser un fantasma; el anciano respondió: “¿Cuando venías para acá no te encontraste con el tráiler de Marcelo López? él es quien lleva los bloques a la ciudad, salió de aquí ayer por la tarde; también ya una vez trajo a Julieta a su casa, le pasó como a ti, no podía creer que fuera un fantasma, ahora cada que viene por bloques dice que la ve, a veces en la carretera, a veces en la gasolinera del entronque a Ramos, una vez también dijo que la vio llorando en la noria de la entrada al pueblo”. Jacinto entendió la razón por la que el hombre le gritó que se pusiera a rezar, ya que él pudo ver que iba junto al fantasma de Julieta; preguntó si buscaron su cuerpo en la noria, que tal vez ahí podían haber arrojado sus restos; el hombre respondió, que ahí tiraban los cadáveres los criminales, pero que ella había sido asesinada por una banda de satánicos, que muchos decían que había comido su cuerpo y que lo habían ofrendado al demonio. “Un policía platicó que uno de los satánicos dijo que se habían comido la carne de Julieta y que los huesos fueron quemados y ofrecidos al demonio; aquí en San Benito por eso dicen que se soltó el diablo y cayó tanta tragedia, la gente se fue en parte por los maleantes y por el miedo que les provocaba saber que aquí se paseaba el diablo desde entonces; por las noches he visto a un caballo cabalgando por el pueblo, eso no puede ser cosa buena, si aquí nadie tenía animales y ya no queda nadie, debe ser el maligno que toma la forma de ese animal”. Esa horrible experiencia fue suficiente para que Jacinto se negará a volver a la bloquera de San Benito a entregar viajes de arena para la fabricación de bloques.

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