Tras la muerte de Florentina Mireles, su hija Juana organizaba las cosas que en vida pertenecieron a la mujer. Miraba fotos en un álbum, cuando de pronto encontró un sobre doblado y prensado por el paso del tiempo, entre aquellas fotografías; sacó del interior de éste unas escrituras y llaves de una finca ubicada en un pueblo tamaulipeco; junto al documento encontró un testamento donde se nombraba a Florentina Mireles Valles como heredera universal de la propiedad y de todo lo que había dentro.
Juana llamó a sus hermanos Matías y Feliciano, no entendían como su madre nunca les habló de dicha propiedad, no comprendían por qué nunca la vendió, ya que durante su infancia habían pasado momentos de mucha estreches económica cuando su padre murió arrollado por un tren.
En los días siguientes hicieron los trámites para tomar posesión de la herencia, pero se encontraron con que no podían legitimar su propiedad sobre la finca ya que ésta era herencia a su madre quien había muerto intestada, por lo que Juana sugirió a sus hermanos primero visitar el lugar y conocerlo para después saber qué hacer.
Como no sabían las condiciones en las que estaría la finca Matías y Feliciano decidieron no llevar a sus esposas e hijos, mientras que Juana que era una mujer divorciada y sin hijos no tuvo inconveniente en viajar sola.
Al llegar vieron que la propiedad era más grande de lo que imaginaban; la finca estaba circundada por una cerca hecha con leños. Juana les dijo en un tono irónico “pues conozcamos la casa de mamá” abrió y entraron los tres, la casa por dentro era aún más común de lo que imaginaban, parecía como si el tiempo se hubiese detenido a mitad de los años 70’s, los muebles, la decoración, todo parecía estar a mitad de aquella década.
Feliciano les sugirió bajar las cosas del coche para instalarse y cenar. Prepararon algunos sándwiches y se sentaron en los sillones del salón, sin embargo Matías les hizo ver que no era normal que la casa estuviese prácticamente intacta, sin polvo ni telarañas ni nada que indicase que la propiedad había estado abandonada.
Matías añadió que también era muy extraño que hubiese servicios como agua y luz eléctrica. Con el entusiasmo propio de una adolescente Juana comenzó a recorrer la casa, subió las escaleras, en el segundo piso abrió las puertas de cada habitación y en todas, el patrón se repetía, cada cuarto se encontraba en perfectas condiciones, limpio y ordenado.
La última habitación era la más grande, así que Juana quiso quedarse a dormir ahí, sus hermanos no tuvieron objeción, cada uno eligió un dormitorio, llegada la media noche, cada uno de los hermanos mandaban mensajes de texto por teléfono a sus esposas, ya que la cobertura del internet en el lugar era intermitente. Juana leía un libro en su tablet, todo en aparente calma, hasta que de pronto un ruido en el exterior los sorprendió, fue como el encendido del motor de una máquina, tras el sonido la luz se fue, dejando todo en tinieblas. Juana se incorporó de la cama y salió al corredor, donde ya sus hermanos se encontraban iluminándose solo con las linternas de sus teléfonos.
¿Ese ruido fue allá fuera, qué pudo ser? – preguntó Juana; a lo que Feliciano respondió que podría tratarse de algún transformador y que por tal razón se había ido la luz.
Bajaron a la primera planta de la finca y Matías abrió la puerta, salió y miró al cielo, giro lentamente hacia adentro de la casa, miró a sus hermanos y les señaló hacia arriba, Feliciano y Juana lo miraron desconcertados, se encaminaron hacia afuera también, pero de pronto Matías cayó al piso desmayado. Sus hermanos corrieron hacia él, Juana le dijo a Feliciano que en la cajuela del coche tenía un botiquín médico, de la bolsa de su pantalón saco las llaves del vehículo y se las dio, él se encaminó al carro mientras Juana intentaba reanimar a Matías.
La luz de la luna parecía brillar con más intensidad que cualquier otro día, Juana miró hacia el carro esperando ver a Feliciano de vuelta con el botiquín, sin embargo, éste se encontraba suspendido en el aire, completamente rígido y estático, su cabeza giró como si alguien le hubiese roto el cuello y posteriormente el cuerpo se desplomó sobre el suelo de la finca, ella sostenía a Matías que aún se encontraba inconsciente, intentó incorporarse y arrastrar a Matías hacia adentro de la finca, al momento él comenzó a convulsionar violentamente y de pronto se detuvo y dejó de respirar.
Desesperada y presa del pánico corrió hacia dentro de la finca, entró y subió hasta el cuarto donde se había instalado para buscar en su bolso una copia del juego de llaves del vehículo, al entrar a la habitación la vio totalmente distinta, sobre la cama se encontraban signos extraños hechos con tierra, 4 veladoras colocadas en cada esquina de la cama, salió corriendo del lugar y bajó las escaleras a toda prisa.
Una vez en la primera planta antes de llegar a la puerta vio en los sillones de la sala los cuerpos de sus hermanos, sentados mirándola, sus ojos aunque abiertos parecían mirar a la nada, no quiso perder más tiempo salió de la casa esperando llegar hasta la carretera para pedir ayuda a alguien.
Una vez en el patio de la finca se encontró con dos ancianas, una se acercó a ella y le dijo:
“Al final nadie escapa de su destino, tu madre se negó a entregar a tus hermanos y ahora nuestro señor, de cualquier forma ha tomado sus almas”
Juana confundida y a la vez horrorizada comenzó a llorar y les preguntó que quiénes eran, que si eran las moradoras de la finca. A sus espaldas escucho la voz de otra mujer que salía de la propiedad y le decía:
“Esta es la finca de las ánimas, bajo este suelo están enterrados los despojos mortales de todos aquellos que ofrendamos a nuestro amo: el demonio, él nos ha dado el amparo que solo su maligno poder puede otorgar, a cambio nos ha pedido la sangre de nuestros hijos varones y la doncellez de nuestras hijas, tu madre hizo el mismo pacto que todas nosotras, pero no quiso cumplirlo, de nuestro amo nadie se burla ni escapa, por qué crees que tu padre murió destrozado por aquella locomotora, como explicas la inexplicable y larga agonía de la traidora de tu madre, toda tu familia vivió en la miseria como condena a su deslealtad, tu matrimonio estaba destinado al fracaso porque tu debiste ser para nuestro señor”
Juana se echó a correr en mitad del patio intentando llegar a la vereda y posteriormente a la carretera, pero de la nada aparecieron más mujeres, eran 8 más, también vestidas con túnicas negras, todas ancianas, por lo que pensó que podría pasar entre ellas sin problema, sin embargo, las mujeres la sujetaron con fuerza, llevándola entre todas de nuevo al interior de la finca, sin importar los gritos de auxilio de Juana.
Al entrar a la finca la llevaron hasta la habitación principal, donde la encerraron mientras en la sala el resto de mujeres celebra un ritual propio del aquelarre satánico.
Juana dentro del cuarto intentaba abrir la puerta para escapar, de un momento a otro observó como las cuatro veladoras de las esquinas de la cama se convertían en enormes columnas de fuego, el símbolo de tierra que estaba en la cama fue convirtiéndose en un ser de aspecto masculino, ella gritó horrorizada pues sabía que aquello no era si no la representación más viva del maligno. El estiró los brazos y con una fuerza sobrenatural fue atrayéndola a la cama, al acercarse a él, ella perdió el conocimiento por el espanto que vivía y al estar sobre la cama las cuatro columnas envolvieron la cama en llamas.
Cinco Meses después, una pareja llegó a la finca, tocaron la puerta y salió Juana, el hombre le dijo: “Hola, somos los Icaza Sotomayor, mi nombre es Valentín, esperamos que aún no haya vendido la propiedad, a mi mujer le hace mucha emoción quedarse en esta casa y que aquí nazca nuestro primogénito, será niño”.
Juana asentó con la cabeza; la mujer la miró con un gesto de complicidad y le saludó diciendo: “Soy Eugenia, le pedí mucho al señor por este hijo, en cuanto nazca, tendré todo lo que siempre he soñado, a todos les parece ridículo, pero es como si él me hubiese dicho que quiere que mi hijo se quede aquí, tú si me entiendes verdad”.
Juana tocó el vientre de Eugenia y mirándolos les respondió:
“Solo nuestro señor es capaz de darnos todo lo que deseamos, les espera un gran futuro a todos en esta finca, aquí todos le conocen como la Finca de las Ánimas, ha llevado este nombre desde que don José de Escandón fundó El Nuevo Santander, lo que ahora es Tamaulipas”.
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