Invocación (Capítulo I - El Suicidio)


Aquella fría noche de octubre Fabiola iba rumbo a su casa, había pasado la tarde con Jocelyne, su mejor amiga, media cuadra antes de llegar se encontró con su vecina Regina quien la saludo y le preguntó que de quién era el niño rubio que estuvo por la tarde jugando en el patio de su casa. Fabiola respondió que no había ningún niño, por lo que Regina le dijo que sí, que ella pasó por la tarde y que Aurora, la madre de Fabiola estaba sentada en la banca del jardín bordando y mirando sonriente al niño quien se mecía feliz en el columpio, que incluso pensó que era alguno de sus nietos, que el infante no pasaba los 4 años de edad; Fabiola le repitió que no tenía nietos, ni rubios, ni morenos, que su hermano mayor únicamente tenían dos hijas, ningún varón y que no tenía idea sobre quien había estado en su casa, se despidió de ella y siguió su camino.


Fabiola llegó a su casa y  se percató que el columpio que toda la vida había estado instalado en el patio no estaba, lo cual llamo su atención, ya que Regina le comentó que el supuesto niño que había visto se encontraba jugando, miró también la banca y vio los manteles que su madre bordó tal y como se lo dijo la vecina, entró y avisó que ya había llegado, pero nadie contestó, repitió diciendo – Mamá ya estoy en casa, ¿dónde estás? – nadie respondió pero en el segundo piso se escuchó que la televisión de pronto se encendió a todo volumen.

Subió hasta el cuarto de su madre y vio frente al televisor sentado a un niño rubio, a lo que comprendió que era el pequeño que Regina había visto por la tarde, Fabiola le preguntó por Aurora, el niño la miro y solo se rio, le señaló con la mano izquierda el baño, se dirigió hacia allá y tocó la puerta, nadie respondió, de nuevo tocó ahora con más fuerza, al no recibir respuesta decidió abrir y antes de entrar al baño escucho al niño quien le chistó, ella volteó, pero solo alcanzó a verlo salir corriendo de la habitación.

Entró al baño y fue ahí donde se encontró con algo que habría de marcar su vida para siempre, Aurora su madre estaba colgando del techo, ahorcada. Fabiola, gritó horrorizada e intentó auxiliarla; levantó una silla que estaba en el suelo, desde la cual seguramente se había dejado caer, como pudo volvió a colocarla ahí, en ese momento Aurora le apretó el brazo, por lo que pensó que su madre aún seguía con vida, levantó la cara para mirarla, justo antes de poder verle el rostro todas las luces de la casa se apagaron y el silencio se rompió por las carcajadas diabólicas del niño.

En la oscuridad Fabiola escuchó como los pasos cortos y veloces del pequeño entraron en el baño, zarandeándola y haciendo que soltará el cuerpo de Aurora que de nueva cuenta quedo en el aire colgando, aún en tinieblas escuchó como los pasos del niño salían de la habitación y como sus carcajadas se perdían rumbo a la escalera, casi al instante escuchó como el cuerpo de su madre cayó al suelo, debido a que la soga del columpio con la que se había ahorcado venció la viga del techo de donde se había colgado.

Las luces volvieron y Fabiola vio el cuerpo inerte de su madre, quedando en estado de shock por varios minutos, hasta que el timbre de su teléfono la hizo volver en sí, la llamada era de su amiga Jocelyne, quien al saber lo sucedido llamó al 911 para informar de lo que pasaba en esa casa.

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