En 1996 Esteban era un adolescente extrovertido y dinámico, como cualquier joven sentía que el mundo le quedaba pequeño y ante cualquier reto siempre se mostraba positivo. Tenía 4 meses trabajando en Xtreme Land un parque de diversiones popular entre la gente de su generación y situado en las laderas de “El Río Lechuzas”.
Estaban, Gerardo y Andrés habían
hecho una buena amistad con don Bartolo, el velador del lugar, quien les había
contado que por las noches ocurrían cosas sobrenaturales, les comentó que se
escuchaban los lamentos de una mujer,
las sonrisas de niños y que de pronto se escuchaba como si el “río lechuzas”
llevara una gran corriente de agua; lo anterior no había hecho más que
despertar la curiosidad de los tres jóvenes, por lo cual acordaron que el
próximo jueves se quedarían en el negocio para acompañar a don Bartolo en su
recorrido nocturno dentro de las instalaciones del parque.
Llegada la fecha los chicos se
prepararon para pasar la noche con don Bartolo, llevaron pizzas, domino,
naipes, radio grabadora y varios casetes con la música que más disfrutaban,
cenaron y platicaron sobre las historias que el velador les decía haber vivido
en los 9 años que tenía en ese trabajo.
Al dar las 11 en punto el hombre
les dijo que era la hora de hacer el primer rondín por las instalaciones del
lugar, que si en verdad querían acompañarlo se preparan para salir. Los chicos
más valientes que conscientes de lo que podía suceder acompañaron al hombre en
su recorrido.
El lugar era enorme, por lo cual les informó que se tardarían poco más de una hora haciendo todo el recorrido, los tres muchachos dijeron que no importaba que la emoción bien les valía la pena, pasaron primero por las taquillas del lugar y aunque el parque era conocido a la perfección por ellos, la realidad es que de noche y con todas las luces apagadas lucía espeluznante.
Avanzaron por los primeros juegos, siguieron hasta llegar a la plazoleta, que por su forma circular permitía ir en cualquier dirección, don Bartolo les dijo entonces que al llegar a la sección de los carruseles, cerca del río eran donde se escuchaba con mayor frecuencia el lamento.
Llegaron al primer carrusel, Gerardo les dijo que cerca del río había una mujer, todos observaron con atención en todas las direcciones, pero no vieron nada, don Bartolo dijo entonces que él nunca había visto a nadie solo escuchaba los ruidos.
Gerardo les cuestiono diciendo que no era posible que no la vieran, si estaba de frente a ellos, tan convencido estaba de lo que veía que le dijo – ¿Qué hace oiga, a quién espera, en qué podemos servirle? – tras decir esas palabras todos escucharon un lamento arrullado por el aire, un quejido infernal como de alguien que sufre un dolor indescriptible y la mujer de la nada se esfumó ante la mirada incrédula de Gerardo.
Los chicos se espantaron y exclamaron el miedo que les había provocado la situación, mientras que don Bartolo simplemente les dijo – Eso es lo que escucho cada noche, a mí ni me da miedo, pero yo nunca he visto nada, ¿cómo era la mujer que viste? – Gerardo, simplemente respondió que era una mujer vestida de negro y con el cabello muy largo y lacio; agregó que estaba sentada sobre las piedras que dividían el cauce del río y la zona de juegos.
Los lamentos seguían escuchándose, Esteban preguntó que cuánto tiempo era lo que duraban, o que si se prolongaban por toda la noche, entonces el vigilante le respondió que siempre los escuchaba durante el primer recorrido que hacía a las 11 de la noche y que en la segunda vuelta a las 4 de la madrugada ya no se escuchaba nada; pero añadió que al llegar a la rueda de la fortuna siempre se escuchaban risas de niños, así como sus pasos.
El guardia les dijo que deberían regresar a la caseta si tenían miedo o mejor apurarse para terminar el recorrido, ya que no se podían quedar toda la noche ahí en ese punto. Andrés dijo que siguieran, que ya habían empezado y que no se iban a detener, los 4 continuaron el trayecto, Gerardo, volteaba a ver hacía atrás pues no podía creer que de pronto la mujer hubiera desaparecido frente a su mirada.
Siguieron avanzando y al pasar por la rueda de la fortuna Gerardo les pidió que se detuvieran, que justo frente a ese juego estaba de nuevo la mujer, en esta ocasión Andrés dijo que él también la veía, don Bartolo y Esteban por el contrario, no podía ver nada, sin embargo fue precisamente el vigilante quien sin decir nada siguió caminando hasta pasar a un lado de la mujer sin advertir su presencia, Esteban lo siguió, Andrés y Gerardo dijeron que no pasarían pues ahí podían ver a la mujer junto a ellos.
Don Bartolo les dijo que si deseaban podían regresar, aunque ya habían avanzado gran parte de recorrido, los dos adolescentes decidieron regresar pues veían que la mujer estaba junto a Esteban y el vigilante.
Continuaron avanzando y llegaron al punto final del parque, el cual estaba señalado por una curva en el camino que hacía que las personas tomaran el sendero de regreso hacia la salida del lugar, esa curva estaba limitada por señalamientos que advertían que era el final de Xtreme Land y que después estaba el lecho del río; ahí en ese punto el adolescente le preguntó al hombre que por qué se llamaba Río Lechuzas, a lo que respondió:
“Mi abuelo me contaba que este lugar se llama río lechuzas, porque hace muchos años aquí se veía en las copas de los arboles a las brujas convertidas en lechuzas, reuniéndose para adorar al diablo, haciendo rituales; por las noches las brujas se metían a las casas por los recién nacidos, si los papás se daban cuenta de la ausencia del niño veían hasta este lugar para rescatarlo, porque si no a la mañana siguiente ya no era posible recuperarlo con vida, encontraban solo el cadáver de los niños con el estómago destrozado, porque las brujas se comían los intestinos, y justo por la forma que adoptaban las brujas, se comenzó a identificar con ese nombre el lugar. Los niños que eran raptados por las brujas, al ser recuperados debían ser bautizados de inmediato, o de lo contrario el demonio viviría en ellos para siempre esperando cualquier instante preciso para adoptar la forma que desee y esparcir su maldad”.
Esteban se sentó sobre uno de los señalamientos que estaban en la curva que limitaba los terrenos del parque y le preguntó que si no le daba miedo estar en ese lugar sabiendo todo eso, ya que era claro que esas no eran leyendas de las personas, pues lo lamentos y las apariciones que sus amigos recién había visto era ciertas.
Entonces don Bartolo le contestó que no, que jamás había sentido miedo, que de hecho él había nacido en ese lugar y que nunca había tenido miedo; le señaló que cuesta abajo por el río estaban las casas de las personas que en el pasado había vivido ahí y que después fueron reubicadas en lugares cercanos; dado a eso mismo, él vivía tan cerca del parque.
A lo lejos escucharon unos gritos, que provenían del lado opuesto del parque, ambos corrieron por el camino para regresar hasta la entrada del parque, don Bartolo como era un hombre mayor, comenzó a toser agitado, Esteban se detuvo con él, pero el hombre le dijo que siguiera, que no parara y llegara con los demás chicos para ayudarles; Esteban continuo corriendo pero al llegar a la caseta de vigilancia se encontró todo en desorden, las cajas de pizza, la grabadora, los casetes, todo estaba tirado y Andrés estaba sobre el concreto con estomago abierto y con las vísceras expuestas, su cara presentaba arañazos y rasguños, Gerardo no estaba por ningún lado.
Salió a buscarlo y escuchó los gritos de su amigos, pero ahora se escuchaban al fondo del parque, la voz se oía lejana, miro para todos lados desconcertado justo frente a él cayó el cuerpo de Gerardo, entonces levanto la cara hacia arriba y vio algo que nunca hubiera podido imaginar, en el aire y sobre los árboles que estaban cerca del río pudo ver a varias mujeres literalmente flotando.
Desesperado por la situación trató de encontrar qué camino tomar, no sabía si regresar corriendo al fondo del parque a buscar a don Bartolo o salir del lugar, ya que se encontraba a pocos metros de la puerta.
En la penumbra del lugar y a lo lejos pudo ver a don Bartolo acercarse por el camino, le señaló que mirara hacia arriba para que viera lo que sucedía en el aire, pero el hombre parecía no hacer caso, además de que se acercaba rápidamente y dando la impresión de no tocar el piso, si no de ir desplazándose sobre el aire, de pronto un rayo cayó sobre el velador iluminando todo con su luz y haciendo que Esteban se cubriera la cara con el brazo, al descubrirse la cara observó que por el camino donde vio a don Bartolo ahora caminaba un chivo, instintivamente levantó la mirada hacia el cielo y ahora en lugar las mujeres en el aire había lechuzas.
Esteban quedó paralizado por el miedo, el chivo se acercó hasta él y al estar de cerca el animal le dijo al oído algunas palabras en un lenguaje desconocido pero que el joven entendió, como un autómata recogió el cuerpo de Gerardo y lo cargo dirigiéndose al rio, mientras el animal bailaba sobre sus patas traseras y las lechuzas revoloteaban alrededor y otras bajaban posándose por el camino que Esteban había tomado rumbo al río, hasta donde entró cargando a su amigo; al sentir el agua fría Gerardo recuperó el conocimiento, pero por las lesiones que había sufrido en la caída no podía moverse y poco a poco se fue sumergiendo en las profundidades del río lo mismo que Esteban.
En las aguas del río se podían ver las burbujas que provoca la entrada de Esteban y Gerardo en el agua, el chivo también se dirigió con el mismo rumbo mientras las lechuzas emprendieron el vuelo, el animal poco a poco fue entrando hasta sumergirse también en lo profundo.
Relato Basado en la historia real de mi amigo Mike Misiones
1 Comentarios
Si da miedo, no mucho, pero si
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